
Con asiento en la praxis, pero también con el sostén de referencias teóricas, se presenta a
las humanidades digitales como “la libre asociación entre todo tipo de
contenidos humanísticos y los recursos de variada índole que ofrece, y promete
en el futuro inmediato, el desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones”.
“Son parte viva y práctica
–asevera Jorge Padula Perkins- del proceso de desarrollo de la sociedad, que nos involucra
pasiva o activamente, en mayor o menor medida, de uno u otro modo, con o sin
consciencia de ello”.
Las claras relaciones entre el periodismo, su historia y la historia en general con los recursos digitales, todo dentro del amplio concepto de Humanidades Digitales, hace adecuado traer a este espacio la publicación original y su transcripción, que aquí se presenta.
Transcripción del texto completo
“Humanidades
digitales” al alcance de todos.
Jorge
E. Padula Perkins
En todos los tiempos, las
actividades humanas se han apropiado de las tecnologías disponibles, de las
herramientas de cualquier tipo susceptibles de ofrecer aplicaciones que
facilitaran, mejoraran o contribuyeran al conocimiento, la indagación y la
difusión de la materia en cuestión, cualquiera que ella fuere.
La información y las
comunicaciones han recibido con beneplácito y asimilado con fruición los
desarrollos informáticos y el surgimiento de Internet, desde sus primeros pasos
hasta la actualidad en renovación constante.
Así “lo digital” (como referencia abreviada a la representación de
información de modo binario, como base del funcionamiento de las computadoras y
también a los sistemas de transmisión de datos mediante circuitos y señales) se
ha puesto en primer plano en los más diversos órdenes de la actividad humana,
teórica y práctica, casi sin exclusiones.
En el mundo digital se
desenvuelve el comercio, la operatoria bancaria, el periodismo, las artes, la
historia, la filosofía, el turismo, la medicina, el derecho, la política. La
cultura en todas sus facetas.
En ese marco de referencia y
en un sentido amplio encuentran su espacio en la escena académica e
intelectual, las “Humanidades digitales”, una denominación que, tomando como
base la tradicional acepción de humanidades como el “conjunto de disciplinas
literarias, artísticas, filosóficas e históricas”, la asocia a las
posibilidades de interacción, comunicación, divulgación, investigación y
estudio que ofrecen las nuevas tecnologías.
A partir de ese sencillo
vínculo entre las humanidades y lo digital, expertos provenientes de diversas
disciplinas pujan por proponer expresiones que lo definan. En tal sentido, la revista española ArtyHum ha
editado, a fines del 2015, un monográfico de 113 páginas titulado “La realidad
de las Humanidades Digitales en España y América Latina” en el que reconocidos
estudiosos ofrecen valiosas descripciones y definiciones sobre el tema.
A mi entender, la era
digital es a nuestros días lo que la invención de la imprenta a la sociedad del
Siglo XIX, que bien pudo acuñar la expresión “Humanidades Impresas”. Ello desde
una perspectiva de incidencia psicosocial y más allá de los cambios de
paradigmas simbólicos y de las lecturas no lineales que, entre otros elementos,
caracterizan a nuestra contemporaneidad en materia de comunicaciones.
En este contexto, y como asevera
Fainholc (2004), no hay que perder de vista que “la construcción del
conocimiento –y la creatividad, me permito agregar- es tarea de las personas y
no de los aparatos” ya que se ponen en juego “los conocimientos que posee el
sujeto, sus experiencias previas, su selectividad referida al contenido
lógico-simbólico y a lo tecnológico de los programas informáticos de que se
trate y que posibilitan el establecimiento de links, animaciones, interacción
conectiva a otras direcciones de Internet, etc., a lo cual habrá que sumar lo
socioemocional-idiosincrático de cada quien, la pertenencia a un grupo cultural,
etc.” (ídem.).
Como alguna vez ha escrito
Piscitelli (2013) “Quizás lo que mejor defina a las humanidades digitales no
sean tanto las tecnologías a las que recurre (innumerables y volátiles), ni los
métodos (que provienen de los campos consagrados más diversos), sino cierto
`encuentro´ alegre y juguetón con la representación digital en si misma”
Interpretada la cuestión
como una simple asociación entre contenidos y recursos tecnológicos (tal y como
históricamente ha sucedido), me permito proponer a las “Humanidades Digitales”
como la libre asociación entre todo tipo
de contenidos humanísticos y los recursos de variada índole que ofrece, y
promete en el futuro inmediato, el
desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.
No obstante la simplicidad
que entonces implica hablar de “Humanidades Digitales”, los ámbitos académicos
proponen análisis, congresos y seminarios, cátedras específicas y hasta titulaciones
de posgrado para la materia.
Lejos de ese abordaje, esta
nota intenta patentizar la cercanía de cualquiera de nosotros, poeta, cantante,
compositor, escritor, autor, artista plástico, historiador, filósofo,
sociólogo, psicólogo o jurista (sin pretender agotar la nómina) tiene o puede
tener con las “Humanidades Digitales” en tanto utilice la herramienta
informática y vehiculice sus creaciones a través de Internet.
Y en tanto su presencia en
la Web se incrementa y solidifica, también el usuario o consumidor, receptor no
especializado (quizá pasivo, tal vez interactivo) se vincula de manera
indubitable, consciente o inconsciente, con las “Humanidades Digitales”.

La bibliografía y otras
fuentes que nos provee precisamente la tecnología a través de la búsqueda en
Internet muestra, por un lado la unicidad de criterio en cuanto a lo antes
referido respecto de las “Humanidades Digitales” y por otra parte, la
especificidad que las mismas adoptan en relación con las distintas áreas del
saber, el estudio, la investigación, el conocimiento y la creación.
De hecho son realidades y
usos muy diferentes los que se enmarcan en la asociación entre las nuevas tecnologías
o “lo digital” y las múltiples ramas de las humanidades.
Algunas
manifestaciones de las “Humanidades Digitales” en la web.
Publicaciones de envergadura
como “Letralia. Tierra de letras”, revista literaria de los escritores
hispanoamericanos en Internet, en línea desde el año 1996 (desarrollada desde
Cagua, Aragua, Venezuela, que con un paréntesis técnico entre el 2000 y el 2003
continúa editándose hasta nuestros días); “Ensayos Académicos” publicación
anual del Instituto Superior Pedro Goyena de Bahía Blanca, Argentina, nacida y
editada durante más de diez años en papel y finalmente consolidada en línea a
partir del 2014 o “ArtyHum”, revista digital de artes y humanidades producida
mensualmente en Vigo, Pontevedra, España, desde el 2014, pueden citarse (cada
una en su categoría y condición) como ejemplos de la calidad profesional de las
publicaciones que pueden encontrarse en Internet. Son aportes y modelos del
ejercicio diferenciado y específico de las “Humanidades Digitales”.
En otras áreas, archivistas,
historiadores y bibliotecarios, por ejemplo, destacan las posibilidades de
digitalización de incunables y documentos originales para hacerlos visibles y
circulantes, en principio dentro de los ámbitos académicos y finalmente
accesibles a la sociedad toda. Por citar solo un ejemplo, el manuscrito
conocido como "Vergilius Vaticanus" (año 400), con fragmentos de la
obra del poeta romano Virgilio (nacido en el año 70 a.C.) ha sido digitalizado
y está disponible en línea de manera libre y gratuita.
Los artistas plásticos ya
disponen de plataformas a través de las cuales exhibir reproducciones
fotográficas y vender los originales de sus pinturas y esculturas.
Museos, edificios y sitios
históricos pueden ser “recorridos” en paseos virtuales tridimensionales de
impactante calidad visual desde las computadoras personales de cualquier
individuo conectado a Internet.
La popular red social de
videos Youtube ofrece innumerables posibilidades de acceso a realizaciones
audiovisuales de variado contenido y calidad (cine, video, música, tutoriales,
documentales, etc.), de carácter profesional o amateur.
El desarrollo de blogs
personales también constituye un abanico de información, creatividad,
imaginación, arte, política, filosofía, historia, literatura, etc. que con
variado grado de profesionalismo, arte o maestría, son socializados a través de
Internet.
Inclusive la red Facebook,
ampliamente conocida y difundida, hace de cada usuario un productor cultural
que comunica ideas y pensamientos, posiciones políticas o filosóficas,
criterios estéticos, lenguas, usos y costumbres, etc. propios o ajenos.
Second Life (segunda vida)
es un interesante ejemplo de combinación de juego con contenidos culturales. Se
trata de un mundo virtual tridimensional. Para los entendidos en la materia,
más específicamente un “metaverso” (un universo abstracto, digital y paralelo)
en donde, previa inscripción y mediante la utilización de un “avatar” (protagonista
virtual personalizado) se pueden ejecutar acciones semejantes a las de la vida
real.
Pero, más allá de sus
capacidades lúdicas, este producto de Linden Lab en línea desde el año 2003,
admite y ha recibido propuestas culturales de diversa índole, que van desde
recitales de música hasta un museo virtual como es la Casa de Canarias en
Second Life (que no solo participa del “metaverso” sino también reproduce
alguna acciones a través de videos disponibles en su blog). La Casa de Canarias
en Second Life es un espacio abierto a todas aquellas personas interesadas en
el archipiélago y su cultura. Un punto de referencia canario en esta sociedad
virtual, en donde tienen cabida tertulias, presentaciones de libros,
exposiciones, revistas de actualidad y otras manifestaciones culturales
referidas a las Islas Canarias.
Más allá de sus fallas de
seguridad (ha sufrido, por ejemplo, modificaciones de carácter difamatorio o
agresivo en biografías de personajes políticos) y sus características
intrínsecas de apertura y producción colectiva sin restricciones (cualquier
usuario puede incluir información no sujeta a revisión, salvo la de otros
usufructuarios que pudieran detectar errores con posterioridad) que reducen
notablemente la credibilidad de sus contenidos, la enciclopedia virtual
“Wikipedia” es un modelo de tarea colaborativa en línea. Esto es así en tanto
se trata, como se dijo, de un compendio de información provista e ingresada al
sistema por contribuyentes individuales de todo el mundo. Mostrada como una
enciclopedia de contenido libre, tiene una presencia destacada en Internet y
ubicación privilegiada en los resultados de las búsquedas. Se desarrolla en
varios idiomas y alberga infinidad de entradas y enlaces internos y externos
sobre las temáticas más variadas, al igual que biografías de personas con
actuación (destacada o ignota) en las artes, las letras, la política, el cine,
la medicina, la filosofía, la sociología, el teatro, etc.
Condiciones
de accesibilidad a las “Humanidades Digitales”.
Siguiendo el planteo de Tedesco
(2005) sobre condiciones básicas de educabilidad en un marco de equidad social
(que supone como mínimo un desarrollo
cognitivo asentado en una sana
estimulación afectiva, buena alimentación y condiciones sanitarias adecuadas y
una socialización primaria que
incluye rudimentos de un marco básico que permita a los niños insertarse en la
escuela primaria), no se puede eludir el hecho de que, para que exista un
vínculo amigable y significativo entre las personas (en forma individual o
colectiva) y las “Humanidades Digitales”, deben darse tales condiciones de
accesibilidad y otras más específicas.
Al respecto señalaré algunas
y dejaré otras a la libre imaginación del lector o a la especificidad del uso o
interés que en materias o casos específicos pudieran patentizarse: Comprensión
de textos, dominio del vocabulario, internalización del “aprender a aprender”,
hábitos de estudio e investigación, habilidades para el ordenamiento y la
estructuración lógica de conceptos, cultura general, sensibilidad estética,
habilidades para el uso de herramientas informáticas, capacidad para la
asimilación y comprensión de propuestas diferentes (Padula Perkins, 2008).
Parafraseando a Tedesco
(ídem) y a un interrogante propio, dejaré pendiente la respuesta a esta pregunta:
¿Cuánta equidad social es necesaria para el aprovechamiento exitoso de las
“Humanidades Digitales”?
Como puede notarse (dadas
ciertas condiciones básicas), de las “Humanidades Digitales” son protagonistas,
usuarios, desarrolladores y beneficiarios, tanto quienes actúan en ámbitos
académicos, como quienes están ajenos a ellos. La comunicación se ha tornado
multidireccional y todas las personas tienen la posibilidad de ser no solo
receptores sino también emisores.
En ese contexto, se presenta
el desafío de tener que distinguir y seleccionar entre la riqueza y la pobreza
de contenidos. El reto personal de valoración de las fuentes y cotejo de
información en el caso de estudiosos o investigadores. La posibilidad de enfrentarse a expresiones
artísticas desconocidas y tener que valorarlas por si mismas, sin los contextos
físicos o informativos que tradicionalmente las rodeaban y/o precedían. De ser,
como el “oyente emotivo” de la clasificación en la que Theodor Adorno ubicaba a
los oyentes de la música: Desinformado y por lo tanto abierto a valorar a
través de su propia emoción (Monjeau, 2008).
Aquí aparece la importancia
del bagaje de conocimientos con el cual los grupos sociales y los individuos se
enfrentan a lo que las “Humanidades Digitales” les ofrecen. De esa capacidad se
desprende el grado de reconocimiento, beneficio y asimilación cultural que
pueda ponerse en acción en la búsqueda y aprovecharse ante los hallazgos.
Si bien Internet revierte en
gran medida “el monopolio de hechos de los medios de producción y difusión a
gran escala de la información” que preocupara a Bourdieu (2007), acentúa la
importancia de las condiciones de producción que generen el acceso al
conocimiento, si se pretende que “cada vez más gente reúna las condiciones
necesarias para apropiarse de lo universal” (ídem), dado que “democratizar y
afianzar la sociedad del conocimiento no implica solo el acceso a las
tecnologías”, como advierte Fainholc (2004), sino también “comprenderlas,
apropiarlas crítica y reflexivamente y otorgarles un sentido personal y
sociocomunitario” (ídem.).
Debe entenderse también que
el vínculo entre las “Humanidades Digitales” y las personas y grupos requiere
de un deseo, gusto o necesidad (explícito o implícito) de parte de éstos. Ya
que es a partir de una realidad conocida y reconocida, desde donde se estimula
la identificación de los actores como sujetos participantes de la cultura y
pueden ponerse en acto “mecanismos de empatía y motivación tendentes a
incentivar su participación en vivencias culturales novedosas que los enfrenten
con situaciones hasta entonces ocultas en la negación o en la ignorancia”
(Padula Perkins, 2015).
“Humanidades
Digitales” en una experiencia personal.
Como autor de letras de
canciones, he podido hacer un abordaje empírico sobre algunos aspectos de las
“Humanidades Digitales” que, en base de un artículo publicado al respecto, voy
brevemente a comentar (Padula Perkins, 2016).
El desarrollo tecnológico
del que se ha dado cuenta precedentemente fue ofreciendo, en distintas y
distantes etapas, herramientas para la mediatización del vínculo creativo entre
el autor y el compositor. En la actualidad las nuevas tecnologías permiten
superar tiempos y distancias con facilidad. Autores y compositores que no se
conocen personalmente, que viven a miles de kilómetros de distancia o que aun
estando relativamente cercanos no pueden hacer coincidir sus tiempos
disponibles para concretar encuentros personales, hallan en estas tecnologías
(archivos de audio, programas para escritura de partituras, correo electrónico,
Skype, Facebook, Youtube, etc.) a mediadores amigables y sumamente prácticos a
la hora de adentrarse en el proceso de producción artística.
En relación con los intérpretes,
también las tecnologías cumplen un rol importante ya que en muchos casos los
compositores graban pistas que, siempre a la distancia, envían a los cantantes
para que graben sobre ellas su voz (e
inclusive algún otro instrumento). Obviamente, también puede vehiculizarse con
facilidad la partitura escrita o cualquier otro tipo de notación musical.
Las posibilidades de
comunicación entre autor y/o compositor e intérpretes tendrán formas semejantes
a las ya mencionadas, amén de la libertad de la que estos últimos deben gozar
para formular su arte desde una perspectiva personal y también creativa.
En cuanto a la protección
del derecho de autor, más allá de la vigencia y funciones legales y operativas
de las sociedades de autores y compositores que en cada país nos representan,
Internet ofrece modernas formas de protección de los derechos morales. A modo
de ejemplo valga mencionar sitios como Safe Creative, Creative Commons o
Músicas Registradas. Con distintas características y formas de funcionamiento,
este tipo de espacios resulta apto para la protección de los derechos básicos,
aunque no así para los económicos, que son materia exclusiva de las sociedades
de autores y compositores que no solamente resguardan derechos sino también
actúan como entidades recaudadoras.
Finalmente y dentro del
contexto de las piezas musicales, cabe la mención de las amplias posibilidades
de difusión de obras que Internet ofrece. Espacios tales como Youtube (video),
Reverbnation (audio) son paradigmáticos entre muchos otros aptos para la
difusión de material audiovisual y de sonido. Secundariamente, las piezas
alojadas en esos sitios pueden luego ser compartidas y reproducidas (mediante
enlace o inserción) en blogs, medios periodísticos y redes sociales como
Facebook (que también puede alojar videos de manera directa), Twitter o Google
+, entre otras.
Otra alternativa para la
difusión de composiciones musicales es la de la generación de códigos QR, del
inglés Quick Response (código de respuesta rápida), que es un módulo para almacenar
información en una matriz de puntos o en un código de barras bidimensional.
Ello permite la lectura (y consecuente acceso directo) a través de teléfonos
celulares.
Como puede advertirse a
través de esta experiencia personal, en el campo de las “Humanidades
Digitales”, la creación de autores y compositores de música y su socialización
a través de los intérpretes (como así también de la difusión de letras y
partituras) forma parte de una realidad cotidiana y fácilmente apreciable en
las redes sociales.
No está demás decir que las
canciones, la música popular, es emergente y transporte de culturas en sus más
diversas manifestaciones, que van desde la significatividad del género musical
(o su ruptura, creación o recreación), hasta los contenidos emocionales,
sociales, históricos, psicológicos, geográficos y de otro tipo que estuvieran
tácita o explícitamente incluidos en las letras.
Comentario
final pero no de cierre.
Como se ha podido advertir,
el de las “Humanidades Digitales” es un mundo cercano, a la vez académico y
popular, tanto como lo son las humanidades (que remiten de uno u otro modo a
nuestra propia condición de persona) y “lo digital” (presente en el cotidiano
quehacer de millones de ciudadanos del mundo).
Las “Humanidades Digitales”
son parte viva y práctica del proceso de desarrollo de la sociedad, que nos
involucra pasiva o activamente, en mayor o menor medida, de uno u otro modo,
con o sin consciencia de ello.
Las “Humanidades Digitales”
no son una oscura materia de estudio destinada a élites específicamente
formadas e informadas al respecto. Son expresiones, diversas y en constante cambio, de la riqueza
de la filosofía, del arte, de la historia, de las letras y de otras
manifestaciones del pensamiento y de la
creatividad humana puestos en acto y
disponibles de manera cada vez más accesible para todos.
“Humanidades Digitales” al
alcance de todos. Un camino a recorrer desde lo individual y colectivo en la
sociedad del conocimiento.
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